domingo, 13 de junio de 2010

Amin Maalouf: «No tenemos derecho a la desesperación»

Amín Maalouf en su apartamento de París, al conocer la noticia del premio

Amin Maalouf: «No tenemos derecho a la desesperación»

El Jurado del premio destacó que la obra del escritor libanés «ha logrado abordar con lucidez la complejidad de la condición humana; traza una línea propia hacia la tolerancia y la reconciliación»

Amin Maalouf, premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010

«Conflictos de identidad»; por Mercedes Monmany

«Maalouf el Europeo»; por Luis Conde Salazar

JUAN PEDRO QUIÑONERO
PARÍS


Amin Maalouf ha vivido mucho más tiempo en París que en su Líbano natal. Pero habla francés con un acento oriental muy marcado, para insistir en su identidad cosmopolita: «Sigo siendo libanés, sin duda; pero también soy mediterráneo, francés, parisino, europeo... quizá por esa misma razón, alguno de mis personajes era originario de España, la Andalucía de las tres culturas...»

-Es muy optimista sobre aquella Andalucía, que también fue víctima de guerras civiles y guerras de religión, entre musulmanes y cristianos, y entre musulmanes de distinta sensibilidad.

-Matizaré mi punto de vista... España siempre ha estado presente en mi obra. Fue en España donde se produjo el encuentro emblemático entre las tres grandes religiones del Mediterráneo.

-Encuentro conflictivo y ensangrentado, en muchas ocasiones.

-Yo no hago una evaluación global de aquella España, aquella Andalucía. Tomo algunos momentos de referencia, esenciales. No se trata de idealizar en absoluto. Se trata de recordar grandes momentos de referencia, que pudieran servirnos para comprender nuestra realidad, para poder imaginar otras realidades, insistir en la necesidad del diálogo de fondo.

-Muchos árabes musulmanes sueñan con nostalgia imperial hacia aquella Andalucía.

-No es mi caso. Yo no soy musulmán.

-Pero evoca con nostalgia una Andalucía idealizada.

-Es cierto que he amado y amo la historia del mundo árabe. Me apasionan muchas páginas de esa historia. Pienso en Andalucía, en Córdoba, Bagdad, Damasco, El Cairo... La historia de ese esplendor pasado me ha fascinado. Esa historia también es la mía. Pero creo que el mundo árabe no ha estado nunca en una situación tan desastrosa.

-¿Por qué?

-Todas las civilizaciones han evolucionado. Europa, China, la India... Todas las grandes civilizaciones han terminado adaptándose a una forma de modernidad, que es la de Occidente. Con todos los matices que se quiera. Los árabes no lo han hecho. Y veo el futuro inmediato con cierto pesimismo.

-¿Es la religión culpable de ese estancamiento que se prolonga desde hace siglos?

-No solo. Los pueblos y las sociedades árabes no han progresado en materia de derechos del hombre, ni en el terreno esencial de la democracia. La religión ha influido. Pero hay muchas otras razones. Durante muchos años, en las sociedades árabes dominó el nacionalismo árabe. Todo aquello se hundió. Desde la revolución iraní parece que triunfa una visión integrista del Islam, con cierta vocación bonapartista.

-¿Acabará exportando su visión mesiánica a todas las sociedades árabes/musulmanas?

-Creo que el Islam también es víctima de su fragmentación geográfica. El Islam marroquí no es el mismo que el Islam iraní, que también es diferente del islam en otras muchas sociedades árabes.

-También hay un islam europeo, que suscita controversia.

-Sí. En principio, debiéramos tener esperanza en ese islam europeo. Lo ideal sería que los musulmanes europeos «exportaran» una visión modernista de su religión hacia el resto de las sociedades musulmanas. Pero temo que no esté ocurriendo eso. Tengo la impresión de que los musulmanes europeos viven más pendientes de las sociedades musulmanas no europeas. Al mismo tiempo, hay diversas formas de ser musulmán en Europa. Lo ideal sería que los musulmanes europeos fuesen un factor de modernización. Pero no estoy seguro de que sea eso lo que está ocurriendo exactamente.

-Usted nació en el Líbano, en el seno de una familia cristiana, pero habla con mucha simpatía de los momentos dorados de la civilización musulmana. ¿Se ha convertido al islam?

-No... Nací en una familia cristiana, efectivamente. Y sigo siendo fiel a mis orígenes. No soy cristiano practicante. Pero soy fiel a mis orígenes.

-Cristiano libanés, en el destierro durante la mayor parte de su vida, ¿cómo ve el futuro de su patria, sus patrias, libanesa, mediterránea, francesa, europea?

-Percibo una realidad desastrosa. Y estoy muy inquieto por nuestro futuro. Las crisis árabes me preocupan e inquietan. Las mediterráneas me alarman. Las europeas me inquietan. Podemos ser pesimistas. Pero no tenemos derecho a la desesperación. Debemos creer. Esperar. Esperar.

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